Real Monasterio de El Escorial, julio de 1997
El prior caminaba apresurado por los pasillos; a su lado uno de los cofrades se persignaba reiteradamente, repitiendo una jaculatoria inaudible pero perceptible por el movimiento constante de su labios.
- No debimos dejarlo solo. ¡Dios nos perdone por ello! Con su muerte se han desvanecido las esperanzas y será casi imposible saber en manos de quién está. Tendremos que pedir ayuda a su hermano, ese vaquero ateo y ambicioso. Nos costará muy caro hacer que todo parezca lo que no es. ¡ Dios nos perdone!Debemos intentar recuperarlo íntegro. Nunca debió salir de aquí. Hemos cometido un error incalificable que de seguro sólo traerá infortunios al mundo y a la cofradía.
- Hermano - dijo el otro monje- , sería conveniente no perder de vista al escritor. Quizás él sepa algo de todo esto. Creo que se vieron hace unos días...
1 comentario:
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