Los tiempos en los que vivimos son difíciles, austeros de posibles, sobrios en las relaciones personales, rigurosos e incluso coercitivos en los sentimientos. La situación económica, la carencia de tiempo, los anhelos sin cumplir, nos hacen caminar como fantasmas sobre el tiempo y nos convertimos en escalofriantes sicofonías que nadie escucha. En estúpidos monigotes dejados a las manos de la negatividad.
Mientras otros caminan sobre sillas de ruedas y ganan maratones, cuyas metas nada tienen que ver con los kilómetros recorridos; dibujan con sus ganas de vivir estelas luminosas que les guían por las calles sin necesidad de un perro guía, con el único apoyo de un bastón, pelean con una enfermedad neurología como si ésta sólo fuese un constipado, desmitifican un cáncer y lo superan, otros pasan de un día a otro con el ceño fruncido, cabizbajos, melancólicos y tristes porque dicen estar hartos de luchar para salir adelante de unas penurias que no van más allá del diario existir.
Todo es tan relativo que a veces uno tiene la sensación de que nada es verdad.
Nos hemos convertido en productos de una sociedad de consumo, que nos marca pautas, pirámides a subir. Nos hemos dejado enterrar por lo políticamente correcto, por lo correcto en el vestir , en el vivir, en el comer, en el hablar, en el sentir, hasta en el soñar.
Mientras otros caminan sobre sillas de ruedas y ganan maratones, cuyas metas nada tienen que ver con los kilómetros recorridos; dibujan con sus ganas de vivir estelas luminosas que les guían por las calles sin necesidad de un perro guía, con el único apoyo de un bastón, pelean con una enfermedad neurología como si ésta sólo fuese un constipado, desmitifican un cáncer y lo superan, otros pasan de un día a otro con el ceño fruncido, cabizbajos, melancólicos y tristes porque dicen estar hartos de luchar para salir adelante de unas penurias que no van más allá del diario existir.
Todo es tan relativo que a veces uno tiene la sensación de que nada es verdad.
Nos hemos convertido en productos de una sociedad de consumo, que nos marca pautas, pirámides a subir. Nos hemos dejado enterrar por lo políticamente correcto, por lo correcto en el vestir , en el vivir, en el comer, en el hablar, en el sentir, hasta en el soñar.
Hemos perdido la percepción del tiempo, el dominio de él.
A las esperanzas las llamamos poder adquisitivo.
Al agradecimiento, regalo.
A la felicidad, sueldo a percibir.
A la belleza, estilismo.
Al color de ojos, lentillas.
Al amor, status emocional...
Nos pasamos la vida luchando por lo que será, por lo que debería ser y en el intento, algunos, nos olvidamos de ser..., de vivir.
© Antonia J Corrales
2 comentarios:
La mejor. Eres la mejor. Besos desde un ciber desde Barcelona. Que ya pillaré a mi compañera de curro y le voy a decir en el oído "cuando te digo un hotel barato y nada lujo... no quise decir en un barrio de al quaeda... so put piiiiiiiiii (palabra censurada) que vaya hotel y barrio, hija mía.
no cambies. Lucha y vive. Vengad mi muerte jijijiji
Será eso, querida Antonia, que nada, o muy poco, es verdad.
Un beso gordo.
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