Si algún día me veo en el trullo, espero que alguien me traiga un bocata de chorizo y un paquetito de ducados, pero que a nadie se le ocurra traerme prensa escrita, una radio o un aparato de televisión, porque entonces correré el riesgo de reincidir en mis opiniones y jamás gozaré de la condicional, como cachulín. Si eso sucede tampoco podré forrarme vendiendo entrevistas con cortes publicitarios de dos días y dos noches. ¿O eran cuarenta días y cuarenta noches?
© Antonia J Corrales
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