A México
Me gustaría alargar mis brazos y recoger tu pena entre mis
dedos, deshacerla. Convertir tu miedo, tu angustia en polvo de estrellas
fugaces que te concedan el deseo de que todo termine, que se acabe.
Centrar mis pensamientos como dagas incandescentes en los de
los dirigentes de tu país, el mío y el resto del mundo para que todo lo
sucedido se aminore lo antes posible, para que la pena, el dolor, las pérdidas,
sean un poco más llevaderas.
Te pienso, México, te habito, te siento y me duele. Le pido
a Dios, a los hados, y a todos los seres humanos que tienen poder de decisión; que te arropen, que te acunen y te devuelvan
esa alegría tan tuya, tan nuestra, tan de todos. Estás en mi corazón!
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