No todos ignoramos las mismas cosas



AVISO: este artículo es políticamente incorrecto.
Estoy hastiada de la estúpida y politizada polémica del lenguaje inclusivo. De la perorata que lo acompaña y que intenta darle una importancia que no tiene, que al tiempo excluye aún más a todos dependiendo de su condición. Que desvía la atención de lo verdaderamente importante.  
  Jamás me condicionó el lenguaje en ese sentido, porque él, nuestro lenguaje, no es el culpable de la injusticia que habita en esas mentes podridas.  Ni soy feminista ni machista. Soy mujer y persona. Libre, inteligente y objetiva; por ello, todo esto me sobra y me escandaliza aún más cuando compruebo diariamente la preocupación existente con este tema tan absurdo y  sensacionalista; del  que muchos están sacando buena tajada. Mientras tanto, entre col y col, las mujeres, demasiadas mujeres, siguen siendo agredidas, violadas y asesinadas y sus agresores amparados bajo esa  maloliente frase de: no opuso demasiada resistencia.  Vamos…, que debió dejar que la matasen a golpes por defenderse.  Estoy asqueada de las apodadas “manadas”  que parecen haberse puesto de moda, tal vez gracias a la impunidad de otros que antes hicieron lo mismo. Ya sabemos, hoy todo se imita, hasta lo más absurdo, ridículo, escatológico y lo peor: inhumano.   

   Estoy cansada de que se nos tome por idiotas. Bastante tenemos ya con ser víctimas en los juzgados hasta de nuestra propia indefensión, de lo vulnerables que somos gracias a una sociedad y unas leyes que en vez de protegernos nos hacen cada día más débiles y desamparadas. Que nos obligan a mandarnos mensajes con códigos secretos para protegernos de los agresores. Vergüenza, como mínimo, deberían sentir nuestros “gobernantes” de no ser capaces, algunos  de no querer poner fin a todo esto; a leyes y sentencias  que lo único que hacen es parir de nuevo sobre nuestras calles a malparidos que siguen dando palizas, matando y violando  a mujeres y niñas. En eso, en la ley, las palabras, las letras, sí tienen importancia, pero: con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho.  
Copyright  ©Antonia J Corrales

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