"vivir o existir, ése es el único dilema"
A mi marido porque me dijo: no dejes que te roben la voz, como le sucedió a la Sirenita.
Anastasia tenía una voz áspera, de country. Sus tonos se arrastraban por el local y recorrían las mesas dejando un poso agridulce en el alma de los que allí pernoctaban frente al alcohol y el humo de los cigarrillos. Poco a poco, se hizo un sitio entre los más escuchados de la zona y el local tuvo problemas de aforo. Fue entonces cuando llegaron ellos; le maquillaron las ojeras de mujer fatal, le endulzaron la sonrisa con un carmín rosa palo y le agrandaron los pechos en un quirófano al uso. Cambiaron sus botas por zapatos de tacón de aguja y el ruido inimitable de su Harley por el del coche de empresa, en donde un chofer anónimo, mudo y distante, la desplazaba hasta los estudios de grabación.
Le habían prometido lo imposible. Le dijeron que ella había nacido para ser estrella, pero..., debía cambiar su voz; el tono áspero que desgarraba el alma de los oyentes. Tenía que endulzar sus gestos hombrunos, su mirada violenta, ésa que le daba el toque anodino que sólo tienen los ojos de los desheredados.
Anastasia se dejó llevar y su voz se fue como se habían ido sus rasgos de cantante de carretera. Jamás llegó a alcanzar aquel número uno en ventas que le habían asegurado sería suyo. Fue entonces cuando ellos, los que la habían transformado, dijeron que había sido una apuesta demasiado arriesgada, que en realidad, Anastasia, no servía para aquellos menesteres porque el público pedía otra cosa. Quizás una cantante más ruda, con un tono de voz más profundo y desgarrado, con un cierto toque hombruno que diera consistencia a los tonos.
La corriente de moda demandaba una cantante de bar de carretera que poseyese una voz tan especial como el ruido del motor de una Harley.
© Antonia J Corrales
5 comentarios:
Genial, claro que me ha encantado. Qué difícil saber dónde hay que estar. Qué difícil no dejarse llevar por los cantos de sirena. Supongo que tiene que ver con el viejo "conócete a ti mismo"...eso debe dar alguna pista.
Y ya te echaba de menos, tus entradas por aquí y tus comentarios en las mías. Supongo que irás de lío en lío, ¿no?
Y bueno, no te iba a decir nada hasta que lo terminara, pero te lo diré, que para eso soy un bocazas: desde hace unos días me está apasionando un libro cuyo clima, y la forma en que está escrito, me envuelve. Se titula "La décima clave". Tengo entendido que su autora es buena gente y cocina bien, a ver si le hago una buena crítica y se deja caer con un platito curioso.
(y escúchame hoy si puedes)
Un besazo.
Juanma, te he puesto un correito. Sea buena la crítica o mala, Lola y tú estáis invitados a lo que queráis en casa, ya lo sabes.Y sobra decir que el peque también. Pero antes tienes que decirme qué cocino por aquello de hacerme con cositas en la despensa que con la crisis ni te cuento como ando.
Más que: conócete a ti mismo lo que he querido trasmitir es : no te traiciones a ti mismo por nada ni por nadie. Creo que aunque duela y a veces se pague un precio alto, siempre merece ser fiel a uno mismo y a sus principios, sobre todo los creadores.
Como loca estoy por saber tu opinión de La Décima Clave, para que voy a ocultarlo, me como los muñones :)
Mil y un besos para los tres,
Antonia J Corrales
Ja, ja, ja...puñetera crisis. Menos mal que Lola y yo (y mi pequeño salvaje lo ha heredado) tenemos buena boca. Donde se ponga una tortilla de patatas en condiciones, un arrocito de los de siempre o cosas así, donde se ponga eso, comemos como reyes.
Un beso.
¡Una gran proclamación hacia el excelentre trabajo de los creadores!
Te sigo de cerca Antonia
Javi,no sabes, como me gusta que me sigas.
Besos, dire,
Antonia J Corrales
PD: nos vemos el jueves en la ondas de Radio Villalba, la mejor emisora de la sierra del Guadarrama!!!
Publicar un comentario