Dejó la loza por llevar al fregadero, la ropa sin tender.La cafetera sobre el fogón aún caliente.
Los cristales empañados con el vaho de muchos insomnios.Las luces del pasillo encendidas.El cenicero repleto de colillas. Las planas empachadas de conceptos.La cama deshecha, la ropa interior sobre la mesilla. Junto al sofá estaban los zapatos, la caja de las fotos, los recuerdos. Los discos de vinilo desenfundados en la alfombra, las velas consumidas, el olor a Opium en la ropa. Las ventanas abiertas, las cortinas descolgadas, las puertas sin cerrar. En la mesa del estudio, el vaso vacío de whisky, la última foto de su piel de porcelana envejecida. En la radio, la canción de Penélope sonando.
© Antonia J Corrales
3 comentarios:
Esta cosita, y poco más, es lo que se debe llamar literatura, saber escribir...
Gracias, mi querida Antonia.
Es aquello de llegar, sentarse y escribir sin apenas pensar, al vuelo.
Gracias amigo,
Antonia J Corrales
Dejó una habitación vacía, un colchón perfumado con la soledad añeja, una ventana con vistas a un mar imaginario…
Abandonó esa sed de cielo abierto, el tintineo de lágrimas ocultas tras los cristales, el olor a añoranza, a deseo contenido, a vida.
Dejó atrás aquellas noches de insomnio, los despertares inciertos de cada mañana idéntica, el miedo en el cuerpo, la incertidumbre y la vergüenza.
Recuerdos que ahora se hacen lejanos, diferentes…
Un besito, niña
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