Cuando el dinosaurio abrió los ojos, los políticos seguían estando allí, y no solo eso, seguían prometiendo las mismas cosas.
Era lunes, sí, volvía a ser lunes, lunes de cuaresma. No se podía comer carne y encima le habían quitado una hora de sueño .Por lo que el dinosaurio, que era un Velociraptor, somnoliento y muy mosqueado, miró, con expresión de no saber qué pasaba, al hombre que permanecía dormido a su lado haciendo guardia para que los ocupas no entraran en su vivienda de protección oficial adjudicada, pero no entregada. Varios jubilados esperaban a que los empleados del gran almacén, que se asentaba sobre un terreno pecuario súper recalificado, sacaran los productos que habían caducado porque las ventas habían descendido y la deflacción tampoco había surtido efecto. El grupo de ancianos contemplaba al dinosaurio, más aterrorizados que los días en que veían el importe de su pensión.
Los parados, que guardaban turno con una hora de retraso porque, al llevar dos días en la cola, habían olvidado adelantar sus relojes, vieron la escena con intranquilidad y, por unos momentos, pensaron que las cosas... ¡Sí podían ir a peor! El dinosaurio sintió el revuelo a su alrededor y miró al hombre que aún permanecía dormido, abrió la boca y lanzó un gruñido que dejó a todos inmóviles, menos al cobrador del frac que se asentaba en el rellano de la entrada a una urbanización de lujo escuchando, por el reproductor de sonido, “Extremo duro” como preparación copiada de los soldados estadounidenses antes de la batalla, mientras arrugaba el aviso de cobro de la tercera letra del coche y se preguntaba cómo iba a cobrársela a sí mismo.
Los agricultores, los ganaderos, los estudiantes que se manifestaban en contra del Plan Bolonia, los antiabortistas, los antitodo, que iban en manifestación hacia la Moncloa, juntos pero no revueltos, se bajaron de la línea de metro que se ubicaba frente al dinosaurio, hartos de los parones que estaba generando la huelga. Junto a ellos iban los representantes sindicales, que hasta ese momento habían estado echando la siesta a la espera del "cambio horario". Aterrorizados se miraron unos a otros, hasta que alguien dijo:
-El que abra la boca o corra es un antipatriota”
-El que abra la boca o corra es un antipatriota”
A ello le siguió el clamor de la sabiduría popular, que gritó :
-¡Marica el último!
La estampida fue de 7,9 en la escala de Richter y se llevó con ella el sistema. El dinosaurio contempló la debacle con la misma expresión que los espectadores del “Diario de Patricia”, sopló sobre el hombre que seguía dormido al lado de la entrada de su casa de protección oficial, adjudicada pero no entregada, a la espera de una respuesta de éste ante lo que contemplaba y no comprendía.
Los helicópteros sobrevolaban la zona y los hombres del tiempo daban su previsión al gobierno local para que pudiesen tomar medias con antelación y así evitar una catástrofe mayor que les diese más horas de trabajo en el Congreso, perjudicando con ello sus otros empleos.
El hombre, al sentir el aliento, primero bostezó, luego se estiro, cambio de postura, abrió los ojos, miró al dinosaurio y dijo señalando a los políticos que se habían concentrado en la zona para explicar las medidas a tomar ante aquel desastre:
-Gozila, no les eches cuentas, ya te he dicho, muchas veces, que los Reyes Magos son los padres.
A lo que un interventor de Cajas de Ahorro que se había salvado del tumulto, porque todos le esquivaban, replicó:
-Ya no se llaman así, ahora se llaman Papa Noel, pero siguen siendo los mismos. Nosotros ya lo sabíamos, pero no íbamos a quitarle la ilusión a Dino…
-Gozila, no les eches cuentas, ya te he dicho, muchas veces, que los Reyes Magos son los padres.
A lo que un interventor de Cajas de Ahorro que se había salvado del tumulto, porque todos le esquivaban, replicó:
-Ya no se llaman así, ahora se llaman Papa Noel, pero siguen siendo los mismos. Nosotros ya lo sabíamos, pero no íbamos a quitarle la ilusión a Dino…
Ya sabemos por qué el dinosaurio aún seguía allí: Aún no se ha recuperado del susto.
© Antonia J Corrales
2 comentarios:
Muy bueno.
No voy a comentar mucho porque se me puede ver los colores y en este país es muy peligroso decir que uno es español. Lo único que sé es que ayer despidieron a una compañera de la editorial (ya van 4 compis en dos meses). Mi mujer está en el paro y, sin hablar, de muchos compis que chapan compañías de teatro, discográficas y mi culo tiene los días contados.
¿Qué hacemos el resto? Mirar pasar las hostias hasta que te llegue de lleno a toda la jeta ¡¡¡Zaaas!!!
Cuando esté en el paro, me echaré al monte, con escopeta en mano, para atracar el famoso AVE
¡¡¡AVE César!!! los que van a morir te saludan.
Un beso con sabor a Ketchup
No te preocupes, yo te llevaré el paquetito de Ducados y el bocata de chorizo de cantimpalo a la cárcel. Te lo llevaré cuando me den mis permisos porque seguro que estoy en el pabellón de mujeres :)
Con respecto a lo de "es peligroso decir que eres español" Pues yo he tenido que quitar mi banderita de España, la constitucional, del coche. Si te contará, fliparías con las cosas que me decían. Y como una no quería transformarse en La Masa, más que nada porque de verde estoy muy fea, pues la quité. Y chico, ahora resulta que ni soy mujer para fregar los platos, que era dónde me mandaban sin hacer nada, ni facha de mierda, hasta me sonríen y me ceden el paso cuando tengo preferencia. Queda mucho cansino por ahí, qué le vamos a hacer, si bastante tenemos ya con la crisis ésta de "Estardosunidos"
Ave Cesar!!!!
Un súper besazo,
Antonia J Corrales
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