Segunda estrella a la derecha
No sé con exactitud cuándo comprendí y asumí que no era el
deseo lo que guiaba mis pasos, sino la voluntad y la fe. La creencia absoluta
de que aquello con lo que soñaba tarde o temprano sucedería. En ese momento
comencé a crear mi propia realidad, la
que todos debemos tener, y tras ello, tras crear mi realidad, única e indivisible,
sin influencias externas, los sueños o deseos fueron cumpliéndose.
Algunos tardaron poco, otros se retrasaron en el tiempo pero terminaron por ocurrir.
Muchos aún están por llegar. Estos últimos siguen estando ahí como algo que,
sin lugar a dudas, se convertirá, tarde o temprano, en una realidad; en mi
realidad.
Hay que crear nuestra propia realidad, moldear
nuestro presente para que este dé paso al futuro deseado. Controlar nuestros
pensamientos para que no se desvíen de esa posibilidad tan real como cualquier
otra. Solo la fe en nuestra propia realidad, que no la de otros, hará posible
nuestros deseos y nos salvará de la vulgaridad, de lo negativo que otras
personas, sin querer o intencionadamente, nos van imponiendo o adhieren a
nuestra vida y, en consecuencia, a nuestros actos.
Debemos caminar junto
a otros y ellos a nuestro lado, pero siempre seguir nuestro propio sendero, que
nunca será el de los demás, como no lo es nuestra ideología política, nuestra
creencia religiosa o nuestros gustos. Cada uno de nosotros somos un micro
universo que a su vez se divide en múltiples dimensiones, y ninguna es igual a
la otra. La fuerza está en la unión, pero al tiempo en la individualidad como
seres únicos que somos y debemos ser: que estamos obligados a ser. Formamos
parte del todo pero al tiempo somos uno solo, único e indivisible.
Todo es cuestión de voluntad y de fe. Y aunque parezca una
quimera, lo mismo que has leído cientos de veces, es tan real como la luz del
sol, solo que el poder de las cosas banales que nos rodean, de las necesidades
vitales, incluso del cariño que sentimos por los demás o la publicidad
subliminal que lo impregna todo, nos hacen olvidarnos de que, desde que
nacimos, tenemos en nuestras manos CUATRO poderes de los CINCO que dan origen a
todo lo que sucede en esta dimensión. Son la esencia de la vida en si misma: la
imaginación, la voluntad, la fe y la libertad de pensamiento. El Quinto eres
tú. Tú eres el receptáculo.
Imagina. Ten fe. Se voluntarioso. Y, sobre todo, no permitas
que nada ni nadie encadene tus
pensamientos, porque entonces dejarás de ser único y por lo tanto de existir. Te perderás entre los millones de estrellas,
constelaciones y planetas para al final ser devorado por un agujero negro.
Antonia J Corrales ©
Copyright 19 de abril 2019
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