DIARIO DE UNA ESCRITORA XVI


Segunda estrella a la derecha
No sé con exactitud cuándo comprendí y asumí que no era el deseo lo que guiaba mis pasos, sino la voluntad y la fe. La creencia absoluta de que aquello con lo que soñaba tarde o temprano sucedería. En ese momento comencé  a crear mi propia realidad, la que todos debemos tener, y tras ello, tras crear mi realidad, única e indivisible, sin influencias externas,   los sueños o deseos fueron cumpliéndose. Algunos tardaron poco, otros se retrasaron en el tiempo pero terminaron por ocurrir. Muchos  aún están por llegar.  Estos últimos siguen estando ahí como algo que, sin lugar a dudas, se convertirá, tarde o temprano, en una realidad; en mi realidad.

 Hay  que crear nuestra propia realidad, moldear nuestro presente para que este dé paso al futuro deseado. Controlar nuestros pensamientos para que no se desvíen de esa posibilidad tan real como cualquier otra. Solo la fe en nuestra propia realidad, que no la de otros, hará posible nuestros deseos y nos salvará de la vulgaridad, de lo negativo que otras personas, sin querer o intencionadamente, nos van imponiendo o adhieren a nuestra vida y, en consecuencia, a nuestros actos.
 Debemos caminar junto a otros y ellos a nuestro lado, pero siempre seguir nuestro propio sendero, que nunca será el de los demás, como no lo es nuestra ideología política, nuestra creencia religiosa o nuestros gustos. Cada uno de nosotros somos un micro universo que a su vez se divide en múltiples dimensiones, y ninguna es igual a la otra. La fuerza está en la unión, pero al tiempo en la individualidad como seres únicos que somos y debemos ser: que estamos obligados a ser. Formamos parte del todo pero al tiempo somos uno solo, único e indivisible.   
Todo es cuestión de voluntad y de fe. Y aunque parezca una quimera, lo mismo que has leído cientos de veces, es tan real como la luz del sol, solo que el poder de las cosas banales que nos rodean, de las necesidades vitales, incluso del cariño que sentimos por los demás o la publicidad subliminal que lo impregna todo, nos hacen olvidarnos de que, desde que nacimos, tenemos en nuestras manos CUATRO poderes de los CINCO que dan origen a todo lo que sucede en esta dimensión. Son la esencia de la vida en si misma: la imaginación, la voluntad, la fe y la libertad de pensamiento. El Quinto eres tú. Tú eres el receptáculo.
Imagina. Ten fe. Se voluntarioso. Y, sobre todo, no permitas que nada ni  nadie encadene tus pensamientos, porque entonces dejarás de ser único y por lo tanto de  existir.  Te perderás entre los millones de estrellas, constelaciones y planetas para al final ser devorado por un agujero negro.  
Antonia J Corrales  © Copyright 19 de abril 2019         


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