Habitando historias; vuestras historias
Hace ya más de siete años que Jimena, con su historia “En un rincón del
alma” acompañó nuestros pasos, nos mostró que todos buscamos y necesitamos
amor, esa paz que otorga saberse querido. Después Mena, en “Mujeres de agua”,
nos condujo a un camino por el que todos, irremediablemente, transitamos alguna
vez; el de la pérdida de un ser querido. Remontamos con ella, luchamos a su
lado, como lo hizo su madre, contra los malos tratos, por el respeto y el
derecho a ser libres. Supimos que, a veces, es necesario perdonar y ser
perdonado y que volver a comenzar, empezar de nuevo, es vital, necesario, tan
importante como lo es ese maravilloso instinto de supervivencia que, en algunas
ocasiones, nos obliga a dejar de lado lo que nos hace daño. Comprendimos lo
importante que es la amistad y comenzamos a regalar paraguas rojos bajo los que
cobijarnos y cobijar a nuestros seres queridos. Ellas nos hicieron ver que éramos
mujeres de agua: luchadoras, fuertes y valientes.
Fabiola, en “Y si fuera cierto” nos mostró un mundo, una realidad paralela
en la que todo es posible, otra dimensión en la que creer. Nos hizo ver que
aunque algo no haya sido demostrado con hechos o datos científicos, no es óbice
para que no exista: simplemente aún no se ha demostrado. Su historia nos
infundió fe. Fe en nosotros mismos y nos demostró que nada es imposible, solo
hay que creer. Nos mostró el verdadero secreto que otorga la felicidad, lo que
realmente es importante, eso que olvidamos con tanta facilidad. Desde entonces
somos muchos los que buscamos esa hoja roja de arce, mágica y poderosa, también
el pueblo donde se desarrolla la trama. Su cielo violeta, sus auroras boreales…
Ayala, Bastian y Samanta, en “As de corazones”, nos mostraron cómo el
destino nos vapulea a su antojo. Conocimos secretos familiares inconfesables,
mentiras, verdades a medias y el dolor que produce amar a la persona
equivocada. Nos sumergimos en una historia tan bella como dolorosa contada a
tres voces, tres realidades tan diferentes como iguales. Una historia solo apta
para corazones grandes y mentes abiertas en las que los prejuicios absurdos no
tienen cabida. Para ojos que saben ver y aceptar la realidad en su más pura
esencia, porque la vida, no solo en esta novela, es un juego de póker donde
muchas cartas permanecen con la cara hacia abajo sobre el tapete.
En la trilogía “Historia de una bruja contemporánea”, de la mano de Diana
entraremos en un mundo donde los sentimientos toman vida propia, donde la magia
está presente en cada esquina, maridando con la realidad que vemos. Oculta bajo
la sombra de un árbol, en el andén del metro de Madrid, sobre los tejados o en
una de las casetas de la Cuesta de Moyano. Nos enamoraremos de Desmond y
tendremos que tomar junto a Diana una decisión transcendental que marcará su
destino para siempre. Nos sentiremos parte de su historia, de la historia de
tantas y tantas mujeres, brujas o no, que habitan, en este caso, el Madrid
mágico, ese que oculta entre sus calles, avenidas y edificios, cientos de
leyendas y hechos extraordinarios. Querremos conocer “El desván de Aradia” para
adquirir una de las cuentas de cristal que Claudia decía confeccionar con
lágrimas pérdidas. Al terminar la lectura de la trilogía completa, estoy segura
que sentiréis tanta emoción como sentí yo y buscaréis algunos de los datos que
se dan sobre el misterio que guía la trama desde sus comienzos y que aún,
porque todavía no se ha publicado la tercera parte, sigue siendo eso: un
misterio. Entonces, quizás, sintáis el deseo de buscar unas alas de madera
talladas a mano para colgarlas en alguna de las paredes de vuestro hogar.
Diana volverá. Habrá secuela. Ella así me lo está pidiendo día tras día y
yo le estoy haciendo caso, no me queda otra; porque las meigas, haberlas haylas
y ésta, Diana, ahora mismo habita en Madrid.
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