En tu memoria, querido Enrique Laso, amigo mío




    Azul, como la canción, Se Dejaba Llevar, de Antonio Vega. Ese color, Enrique,  siempre estará en los azules que mire y  sienta; porque lo hiciste tuyo ¡compañero del alma, compañero! No era el color de la tinta sobre el papel, es el color del cielo y del mar. Es la inmensidad. Hoy es el color  que he pensado, que he visto y he habitado al saber que te habías ido para siempre. Y, por unos segundos, me he perdido dentro de ese azul que fue y siempre será tuyo, buscándote, rebuscando para hallar un porqué.  

    Hoy sé que aquella forma de ser tan única y especial; tan de otro lugar, de otro tiempo, de otro espacio, tal vez fuese parte de aquel amarre voluntario; el ancla de un barco varado en una costa lejana e inaccesible, donde muchos no pudimos llegar a tiempo.

   Hoy, Elegía, de Miguel Hernández , es para mí la canción que mejor explica cómo y cuánto siento tu muerte.

   ¿Recuerdas? Solíamos despedirnos con : del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.




Buen viaje amigo mío, compañero de letras. Compañero  del alma, compañero... ¡Nos quedó tanto por hablar! 





1 comentario:

Ful Navalón dijo...

Muy triste pérdida, yo es que todavía no he asumido la noticia. Un abrazo