De publicar hablamos



“Aquel día, sin ninguna razón en particular, decidí salir a correr. Corrí hasta el final del camino, y cuando llegué, pensé que tal vez podía correr hasta el final del pueblo. Y cuando llegué, pensé que tal vez podía correr hasta el condado de Greenbow. Noté que si había llegado tan lejos, tal vez podía correr a través del gran estado de Alabama. Corrí derecho hasta el océano. Y cuando llegué, noté que ya había llegado lejos, y que tal vez debía dar la vuelta y continuar corriendo...”
Forrest Gump






Como en todas las empresas, en las editoriales, hay una falta de personal evidente. Es imposible leer todo lo que llega a una editorial. Por ello, es improbable que se pueda cribar de una forma justa todo lo que entra en el circuito de valoración. Muchos textos se desechan sin haberse ni tan siquiera hojeado. Esto sucede por diferentes motivos: falta de personal y tiempo o, simplemente, porque el autor es novel, poco conocido en las redes sociales o no es un personaje popular que pueda dar un rédito que, se supone, amortizará, como mínimo, los gastos de publicación y el anticipo; si lo hubiere.


Hace unos años era más fácil o “probable” que un texto cayera en manos de un lector editorial, o de un editor, y éstos leyeran las primeras páginas para terminar valorándolo, creyendo en él y lo presentasen para su posible publicación. Algo que no siempre depende del editor, sino de otros factores como el comité que estudia las posibles ventas, los beneficios o las pérdidas que pueda dar u ocasionar ese texto. No olvidemos que, aunque no nos guste o no nos favorezca, una editorial es un negocio y, como tal, para sobrevivir, necesita ingresos y, sobre todo, beneficios. Un editor puede creer firmemente en el valor de una obra y pelear por ella, en muchos casos con uñas y dientes, pero no siempre depende de él o de ella; de su juicio. Tristemente, cuando esto sucede, porque no siempre es así, su opinión está en un segundo plano. En el primero están las cifras, las posibles cifras de ventas que se unen a los gastos de edición y promoción. Todo ello le resta valor al texto y a sus posibilidades de ser comprado.


Hubo un tiempo en el que se buscaban nuevos nombres y nuevos estilos que atrajesen a un público diferente, también a los lectores fieles a otros autores u otros sellos editoriales. En la actualidad, las redes sociales, los personajes famosos y la amistad o el “conocimiento” dificultan aún más la entrada de textos y autores nuevos en ese circuito plagado de las curvas y los recovecos que tiene que sortear una obra hasta ser publicada.


En mi opinión, en estos últimos años, se ha publicado demasiado y muy rápido. A veces se ha hecho solo por nombre, por ese nombre que alcanzaba los primeros puestos en las listas de ventas de autores Indies o de likes en las redes sociales. Fue a raíz de la publicación independiente o INDIE cuando el fichaje de nuevos escritores aumentó. La compra de esos textos, en muchos casos, no fue previa valoración de los mismos, sino del puesto que ocupaban en el top 100. ¡Graso error! que, una vez más, lleva a lo importante que es leer un texto antes de rechazarlo o contratarlo. Esto, los fichajes a tumba abierta, en algunos momentos, produjeron unas ganancias relativas, que con el paso del tiempo desaparecieron y se convirtieron en pérdidas. Pocos autores y obras se mantuvieron en los primeros puestos de ventas tras aquella oleada de nuevos talentos que consiguieron lectores como quijotes; sin respaldo editorial.
La falta de ventas ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Hay demasiado catálogo y éste, aún agrupándolo, no da beneficios suficientes, ni a las editoriales ni a los autores INDIES, que también se ven perjudicados por una publicación casi masiva de obras de todo tipo y, ¿por qué no decirlo?: de diferente ralea.
Hoy en día, para conseguir que una editorial publique tu obra, o situarte entre los más vendidos tanto dentro de un sello editorial como de forma independiente, esto último aún más difícil que lo primero, no solo hay que luchar contra el autor consagrado o los personajes públicos cuyas biografías se venden como churros, contra las novelitas de más de un famosillo que sueña, sin escrúpulos, con despuntar en cualquier ámbito artístico. Hay que “pelear” frente a los escritores que no son tal y que publican títulos de forma masiva, mes tras mes, algo que, para muchos de nosotros, es paranormal. En estos días, en este presente que nos ha tocado vivir, también hay que dominar y estar presente en las redes sociales, cargar con sus mentiras y verdades a medias; aguantar estoicamente la manipulación de la realidad.


Esto, lo de escribir, se ha convertido, más que nunca, en una carrera de fondo, en un juego de azar en el que lo menos importante, la mayoría de las veces, es la valía del texto ya que, en muchos casos, la obra no llega a ser conocida por los lectores ni leída por las editoriales. Llegados a este punto entramos en el tema de la promoción; harina de otro costal que comentaré en otro momento.


Pero, a pesar de todo, si crees en ti y en tu trabajo, “corre”, nunca dejes de “correr”.
Antonia J Corrales © Copyright 6 de noviembre 2019

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