Hay días en los que te preguntas por qué y para qué.
En los que intentas retomar, en los que te dices; hoy todo volverá a ser como
fue. En los que la tristeza te embarga, se cuela en tus zapatos y dificulta tu
caminar sobre la hojarasca. Hay días que parecen otros días: viejos, pasados de
fecha en el calendario. Hay días en los que la soledad no se puede explicar
porque ha invadido tus pensamientos y te ha enmudecido. Hay días en los que
comprendes que pocos te comprenderán y dejas tus zapatos a la entrada de la
casa para no invadir con tus penas un lugar que ha dejado de ser tuyo; en el
que nadie te entiende, en el que nadie tiene tiempo para escuchar y menos para
comprender. Hay días que es mejor no hablar. En los que comprendes que te has
convertido en un grano de arena que barrer, no sea que vaya a arañar el
precioso parqué. Hay días en los que te das cuenta de que no tienes a nadie con
quién charlar. Y ese: ya estamos otra vez, calla, déjalo correr, no seas
pesada, se te clava como una estaca en el corazón, te atraviesa el alma y
comprendes que tus penas nunca fueron importantes; que lo importante es no dar
problemas.
Hay días que en cada segundo, en cada minuto y en cada
hora te preguntas por qué y para qué.
Antonia J Corrales © Copyright 14 de noviembre 2019
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