Dice la Campanario que cualquiera hubiese hecho lo mismo por su madre en su situación. No sé si reírme ante tal perogrullada o denunciar una apología directa al fraude fiscal que presuntamente esta señora ha cometido. Sí, presuntamente porque hoy en día todo es presunto. Lo es aún cuando el delito está grabado y más que grabado; a los hechos me remito.
Habría que recordarle a esta señora uno de los principios del derecho: El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Lo digo por si piensa alegar ante la opinión pública, que no ante un juez, que no tenía ni idea de que el delito del que se le acusa fuese tal.
Pero, ¡¡en qué cabeza cabe que nos vamos a creer que pagó no sé cuantos mil euros para que le tramitaran los "papelitos" de una manera legal!!.
Si todos los pobres pensionistas de este país tuvieran que desembolsar semejante cantidad para cobrar la mísera pensión que cobran, qué sería de ellos. Ni tan siquiera tendrían bolsas de basura en las que recoger de los contenedores los alimentos que tiran los grandes almacenes todos los días. Porque las pensiones en este país, la mayoría de las pensiones, dan para poco más que un puñado de bolsas de basura y pagar la renta antigua de las casas en las que malviven aquellos que levantaron lo que ahora estamos disfrutando nosotros. Es de chirigota, de chirigota y de llanto vergonzante, pero, desgraciadamente, así es.
Pues sí, señora Campanario, pregúntese, siga pregutándose frente a los micros y las cámaras, qué habría sido de esta acusación si usted no fuese la mujer de Jesulín de Ubrique, pregúnteselo. Ah!, dice usted que no habría sido tratada de la misma forma. Por supuesto que no, no lo habría sido porque no habría dispuesto de ese chorro de euros para la tramitación, supuesta tramitación de sus papelitos. Qué ingrata es la vida, verdad Campa? Esperemos que al menos sea justa, con usted y el resto de imputados. Su apellido de casada, pues mire usted, nos da lo mismo.
© Antonia J Corrales
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